“El DINERO EN PSICOTERAPIA. Significado y
Simbolismo”
Dr. Guillermo Garrido.
Médico Psiquiatra y Psicoanalista (IPA-Fepal)
Director del Instituto de Psicoanálisis de Panamá
Panamá.
Septiembre, 2018
De
acuerdo al economista Murray Rothbard, pocos asuntos en economía son tan enredados
y confusos como el tema del dinero.
Es
extraño lo poco que la psicoterapia y el psicoanálisis se han dedicado a pensar
acerca del dinero, así como en sus significados y simbolismos, en aspectos
tales como psicopatología, técnica en los honorarios, encuadre, transferencia y
hasta en el diagnóstico. Sobre todo una
vez que el dinero se ha colocado en el lugar de uno de los grandes temas de la
vida cotidiana y una de las fuentes de mayor sufrimiento para el ser humano en el
mundo de hoy.
El
dinero aparece en relación a crisis vitales de la juventud, de la edad media de
la vida, la vejez y en situaciones específicas como separaciones, sucesiones,
matrimonios, migraciones, desempleos, etc. Es común ver los lazos del dinero con
la estética, el placer, la salud y la enfermedad, al punto de que algunas
personas pueden llegar a enfermar, a sufrir y a morir por dinero. El dinero está
involucrado cada vez más en la forma como nos relacionamos con amigos, padres, hijos,
hermanos y parejas. Las repercusiones del dinero en la vida contemporánea, nos
permiten hablar de la existencia de un “Homo Economicus”. Sin embargo también
debemos preguntarnos: Que tan lucido es este “Homo Economicus”?
El
dinero esta omnipresente en la vida cotidiana e inevitablemente en las
interacciones sociales y la cultura, sin embargo con frecuencia es silenciado y
omitido de formas complejas.
Sin
embargo, estos silencios no son ni ingenuos, ni tampoco inocuos. Como afirmó Voltaire: “Es más fácil escribir acerca
del dinero que obtenerlo y quienes saben cómo obtenerlo se ríen de esos quienes
solo saben escribir acerca de él”. Siguiendo entonces a Voltaire, intentaré
desarrollar algunas ideas que considero pertinentes sobre el significado y
simbolismo del dinero en nuestro la psicoterapia.
Comencemos
por pensar acerca de qué es realmente el dinero. En términos generales sabemos
que es algo cuyo intercambio está relacionado con la satisfacción de necesidades
y aspiraciones humanas y algo cuya presencia o ausencia tiene efectos tangibles
sobre la realidad. El uso del dinero en los adultos se relaciona con
experiencias de las personas correspondientes a estadios tempranos del
desarrollo en un intento por recapturar sentimientos infantiles de
omnipotencia.
Desde
una perspectiva más contemporánea, el dinero parece ser que ha llegado a ser el
portavoz simbólico de la más elemental angustia de supervivencia. Se ha
convertido así en el fetiche universal que señala y oculta toda castración. Lo
que como hombre somos incapaces de hacer, lo creemos posible gracias al dinero.
Desde
principios de los años 70, el ingreso económico en los países occidentales se
ha duplicado, sin embargo no logramos ver alguna mejoría en los índices de
felicidad. El sueño americano de que el dinero construye la felicidad sabemos
ahora que no es cierto. En tal sentido, si el dinero y las cosas materiales son
demasiado importantes para alguien, ese alguien debería encontrar el por qué lo
cree asi.
El
dinero es un poderoso símbolo que contiene la plasticidad que permite un
ilimitado rango de fantasías emocionales y materiales. Freud (1913) señaló la
vulnerabilidad de las personas a los conflictos relacionados al dinero cuando
escribió; “los asuntos del dinero son tratados por la cultura de la misma forma
que los asuntos sexuales y con la misma inconsistencia, sobriedad e
hipocresía”.
Para
Shakespeare el dinero era la deidad visible responsable de cambiar todas las cualidades humanas y
naturales en lo opuesto de lo que son.
Desde
un punto de vista psicoanalítico, el dinero es un objeto erótico, pulsional,
sometido a la lógica de la psicosexualidad y del placer, de acuerdo al
principio Freudiano consignado en : “Más allá
del principio del placer”, que plantea que detrás de todo dinero estará también odio y amor reprimidos, Eros y Tanatos.
Además
de la perspectiva Freudiana y desde otra perspectiva del desarrollo, la
cuestión del dinero podria ser equivalente al anhelo Kleiniano por “El pecho inagotable”. Para 1917,
Abraham creía que la pérdida del dinero podía ser percibida como un riesgo a la
seguridad, con consecuencias incluso de depresión y de vacío. La visión de Ferenczi
planteaba la retención de las heces por parte del niño como los primeros
ahorros de este. Borneman posteriormente elabora sobre el tema, haciendo una
analogía del cuerpo humano, identificando 4 estados metabólicos de lo que llama
la “Economía somática”. La ingesta o incorporación como el comprar, la
digestión como la inversión, la retención de las excretas como el ahorro y la
expulsión de las excretas como gastar y comprar.
Los orígenes
del dinero se remontan a la antigua Grecia, donde parece haber sido inventado
en la ciudad de Lidia, en Asia menor, entre los años 640 y 630 antes de Cristo.
Se inició con pequeños lingotes ovalados, fácilmente transportables, que equivalían
a pocos días de trabajo o al equivalente a una fracción pequeña de una cosecha.
No por razones de azar estas primeras monedas de color ámbar, fueron realizadas
de una aleación de oro y plata llamada ELECTRO y con una cabeza de león estampada
por el rey Creso de Lidia para así darles autenticidad.
La
cabeza de León pertenecía a la gran madre, la diosa Cibeles-Artemisa, fuerza nutricia
de la naturaleza. La aleación tampoco escapo a su contenido simbólico, puesto
que el oro y la plata representaban al sol y a la luna, también símbolos del
padre y la madre. Sin embargo, no mucho tiempo después de su invención apareció
en Grecia la primera enfermedad del dinero, la Inflación.
“La inflación
económica es también psicológica y producida
por un manejo maniaco contra de la depresión, donde los sentimientos
de devaluación inconsciente de la
colectividad son transferidos a la moneda como símbolo de identidad e integridad de una sociedad, con el agravante
de que el dinero lleva dentro de sí la demanda por más dinero, y como cada vez
hay más dinero en el mundo, el sistema
monetario exige de sí mismo una expansión infinita y por ende su único límite
lo puede imponer la irracionalidad humana, el pánico, las bancarrotas y los
colapsos.” (Capriles, 1996). Por ejemplo, las burbujas del mercado son el
producto de la manía y la depresión de grupos humanos. La gente actúa en manada
perdiendo su racionalidad, algo propio de las masas. Sin embargo todas las
burbujas económicas tienen algo en común, ellas comienzan con un periodo de
relativa prosperidad nacional.
El
termino dinero deriva del nombre de una moneda romana de plata denominada el Denarius, posteriormente obtuvo el
significado de “moneda corriente” durante la edad media. Las palabras moneda y
Money, provienen por su parte del latín “Moneta”,
la cual a su vez viene del verbo Moneo que
significa recordar, aconsejar, amonestar y avisar. La diosa Juno era honrada bajo
el epíteto de Moneta, que significaba; “la que nos hace recordar”, la
adivinadora, la diosa que advierte. Moneta
es la versión latina romana de Mnemosine
o Mnemosina, Diosa de la memoria, reveladora de las verdades escondidas y
de las visiones profundas del pasado. Simbólicamente entonces la moneda nos
recuerda y nos impone los límites de la realidad, así como de cuanto podemos o
no, de acuerdo a cuanto tenemos o no.
La
moneda es sin lugar a dudas un signo superlativo del avance simbólico del
hombre. El dinero es una de las grandes invenciones del avance de la
civilización, comparable solo con el descubrimiento del lenguaje escrito, el
fuego o la rueda. Es primariamente un objeto de intercambio, y la genialidad de
su invención consiste en la creación de un sistema simbólico de intercambios
que logra consolidar el deseo. Es decir, que por esta transformación simbólica
y el desplazamiento metonímico, el dinero ha pasado a representar a la mayoría
de los objetos de deseo.
Desde
antes del siglo XX, ya el dinero pudo ser definido como un objeto
intercambiable de valor, convertible en otros objetos de valor, de esta forma
el dinero es doblemente deseable en sí mismo, como objeto y como símbolo.
Uno de
los objetivos de cualquier proceso psicoterapéutico se relaciona con el logro
de niveles cada vez mayores de autonomía y libertad, por lo que sería pertinente
en términos de dinero incluir a este como parte de la evaluación clínica de
nuestros pacientes y de su grado de independencia con relación a su capacidad
para usar su dinero, más que por su capacidad para ganarlo. Ganarlo no implica
necesariamente entonces que se use con autonomía. Dicho de otro modo, quien
administra el dinero termina administrando real y simbólicamente la movilidad de
otros y de sí mismo. (Coria, 1991).
El dinero
en su origen no significo otra cosa que sacrificio. Las primeras formas de
dinero aparecen en dos importantes rituales confirmadores de cohesión social, y
como restablecedores de continuidad social, como son el ritual conyugal a
través de la dote y el ritual funerario a través de las ofrendas funerarias.
Son estos sacrificios los únicos que garantizan la cohesión social y hacen posible
la permanencia de la sociedad. Así como el sacrificio garantiza la cohesión
social, la exclusión de este sacrificio equivale a la exclusión de la relación
social, de la misma forma como se advierte en nuestra sociedad actual su
relación con el trabajo, reconocido como sacrificio colectivo.
Menninger
argumenta que los honorarios profesionales deberían constituir el sacrificio
por parte del paciente que asegure su motivación, presumiblemente sobre la base
de; “si no hay pago, no hay beneficio”.
El
dinero en sí mismo no genera actitudes, en todo caso es solo un medio
particularmente idóneo para expresarlas y hacerlas evidentes, las cuales darán cuenta
de lo que el dinero representa en cada caso. Es bien sabido en este sentido,
que las cosas no valen solo por lo que son sino por lo que representan,
incluyendo lo inconsciente. Dicho de otro modo, el dinero tendría la virtud y
el efecto de hacer que al tenerlo cada quien se comporte tal cual es.
En
relación a los honorarios profesionales son llamativas las diferencias en el
manejo de los mismos por parte de hombres y mujeres. Pareciera que muchas
mujeres terapeutas no logran manejarlos como otras lo hacen en otras áreas de
su práctica profesional. Es posible observar como las mujeres terapeutas tienen
la tendencia a tolerar honorarios más bajos que los hombres, aceptando incluso como
natural limites más bajos. Como si al hacerlo evitaran enfrentarse al fantasma
de ser una madre mala. Es por lo que resulta conveniente que como terapeutas
cuestionemos e indaguemos en nuestras creencias en relación a las prácticas económicas,
de otra forma estarán siempre presentes en nuestra práctica profesional. Solo así
podremos desmitificar algunos aspectos considerados como taboo y permitir la evolución
del concepto del dinero dentro del tratamiento y también dentro de nosotros
mismos.
Muchas
actitudes patológicas en relación al manejo del dinero por parte de pacientes y
terapeutas se originan en hábitos provenientes de experiencias infantiles
profundamente reprimidas. Al fin y al
cabo el dinero es un puente entre el mundo imaginario y la realidad social, cultural,
política, económica y religiosa, de la cual somos partes terapeutas y pacientes,
y como tal deben tenerse en cuenta ambas dimensiones.
También
el dinero es objeto de evolución en la psique desde la primera infancia. Fenichel
postuló un periodo “pre-pecuniario” del desarrollo, correspondiente a la etapa
pre-edípica en la cual el niño puede reclamar su derecho a la súper abundancia
de amor. La etapa edípica por contraste significa el aprendizaje del valor de
las cosas, así como los límites del amor y la generosidad. En este sentido, la
deidificación del dinero sería entonces una respuesta perversa al vacío pre-edípico
al considerar: “Si no puedo tener amor, al menos tengo dinero”.
Se
pudiera afirmar entonces que psíquicamente el dinero se instala en la
encrucijada entre Narciso y Edipo. Antes de la conflictiva Edípica el deseo
narcisista le permite al niño desearlo todo, fantasear que nada le falta y por
tanto fantasear la creencia de poder tenerlo todo. Pero a medida que el niño se
acerca al periodo edipíco, el límite impuesto por los padres al señalarle
palabras como; “No tengo” o “No puedo”, introduce la prohibición y la amenaza
de castración y es alli cuando el limite externo representante del Superyó
aparece. El dinero pasa a representar en ese momento aquello que rompe la
fusión dual con la madre, es decir se convierte en el representante de un tercero
asimilado luego a la representación paterna. Dicho en términos de Lacan, el
dinero es el garante de la realidad edípica y muestra el lado positivo de la
situación edípica, por esta razón el dinero tiene un valor sobre determinado
para muchos individuos con patología narcisista.
El
dinero puede concretamente simbolizar para ellos la confirmación del valor, de lo
valioso, la envidia, la admiración, la validación y el poder adquisitivo. En
estas patologías el sujeto deseará tanto dinero como sea necesario para que
nada desafíe su creencia de que con este dinero podría dirigir la vida
emocional y material de los demás. Cuando alguien cree que el dinero puede tan
fuertemente responder a todas sus necesidades y responder a todas sus preguntas
emocionales, el deseo por él será insaciable.
Toda
relación humana no importa cuán intima sea contiene un balance de confianza y
desconfianza, así como el potencial para la explotación o la cooperación mutua.
La psicoterapia alude literalmente a la curación del alma y la psique, por lo que también
ha sido vista en muchos casos como viajes de sanación espiritual que involucran
tanto a alguien que busca sanación y a un guía, o a un peregrino y un gurú. Sin
embargo, la profesión de psicoterapeuta es un trabajo, se necesita ganar dinero
para vivir. Sin este intercambio de dinero por servicios la relación terapéutica
se desvía del mundo real. En Psicoterapia, el amor sin dinero es una ilusión y
el dinero sin amor es un intento perverso de compensar fallas pre-edipicas.
Todo terapeuta que ejerce simplemente su profesión por la ganancia de dinero
será incapaz de alcanzar a comprender las necesidades y anhelos más profundos
de sus pacientes. El Psicoterapeuta que pretende que el manejo del dinero no
incluye riesgos, crea una negación colusiva de la realidad. Los pacientes
necesitan experimentar amor sin límites y con sus límites, esta es una de las
muchas paradojas del dinero; “puede ser la realidad, pero simbolizar también la
fantasía”.
Debemos
poder vivir entonces por la psicoterapia, para la psicoterapia y de la
psicoterapia. Necesitamos mostrarles claramente a nuestros pacientes que ellos
compran nuestros servicios. Que no son una interrupción en nuestro trabajo,
sino más bien el propósito de este. No les hacemos un favor atendiéndoles, son ellos
quienes nos hacen un favor a nosotros dándonos la oportunidad de hacer nuestro
oficio. Cada vez más, nuestro campo de experticia y capacitación es mayor, y en
la medida en que hemos alcanzado el estándar de profesión independiente, hemos adquirido
el rango de profesionales de la psicoterapia. Podemos aspirar entonces a que se
reconozca lo que vale nuestro trabajo mediante el acto de desembolso del valor
económico asignado al mismo. El valor de nuestro trabajo esta obviamente
relacionado al costo de la enfermedad. Freud en su artículo “la iniciación del
tratamiento” escribió; “No hay nada más
costoso que la enfermedad y la estupidez” y en otro momento afirmo: “Lo que
no se paga en dinero se paga en neurosis”.
Diferentes
criterios pueden ser utilizados para el establecimiento de los horarios en
psicoterapia, pero en principio existe un acuerdo general sobre la
inconveniencia de los tratamientos gratuitos. Freud planteaba como la ausencia
de pago por parte del paciente se asemeja al masoquismo en el terapeuta y lo
comparaba con un grave accidente traumático. En todo caso, la renuncia a la satisfacción
monetaria encierra un peligro mayor por el riesgo de saldar esta satisfacción por
otros medios que pueden variar desde
convertirse en un maestro que infiltra ideales, hasta hacer de sus pacientes un
objeto sexual. Gracias al dinero prevalece la abstinencia, que asegura la
separación de los cuerpos a pesar del amor. El dinero así, se convierte en una especie
de BUFFER que amortigua la tensión que aparece en el tratamiento, poniendo un límite
en la entrega amorosa. El dinero introduce la realidad al informarle al
paciente que no estamos allí para amarlo, sino para curarlo. Además, por parte
del paciente algunas hipótesis pueden también aparecer, la mayoría asociadas a
la desconfianza; Por ejemplo; Que quiere de mí?. Lo hace porque me ama?
Inevitablemente
la atención gratuita genera una idealización del terapeuta que con el tiempo se
hará persecutoria. En el caso contrario, el terapeuta al exigir el pago de sus
honorarios invierte la asimetría propia del tratamiento, haciéndole saber al
paciente que también es alguien que necesita de ese dinero como sustento y por
ende de su paciente para recibirlo. De la misma manera, honorarios
ridículamente bajos denigran las destrezas del terapeuta y denigran a la
psicoterapia. Por otra parte, niveles muy altos en los honorarios pueden llegar
más allá del sentido común.
En general,
podemos mencionar algunos criterios saludables para establecer el valor de los honorarios.
Estos serían por ejemplo; el de las leyes del mercado, la formación y experiencia
del terapeuta, la ubicación del terapeuta en su grupo de referencia y la frecuencia
de las sesiones con las que se atiende a un paciente. Por otra parte, no parece
saludable una abierta diferencia entre lo que paguen diferentes pacientes, es
decir que algunos paguen mucho y otros muy poco. Esto inevitablemente influirá
en el tipo de tratamiento que diferentes pacientes recibirían, por lo que la recomendación
de manejar un rango de honorarios parece un razonable método de fijar los
honorarios definitivos con cada paciente. Aunque Menninger argumentó
fuertemente contra cualquier flexibilidad en este tema, otros creen que un
abordaje flexible en relación con los honorarios es más apropiado para una
exploración terapéutica productiva, que un abordaje estricto.
El tema
de los honoraros a nivel institucional requiere de un comentario particular,
puesto que debe ser considerado ante las variantes que representa el valor de
los honorarios con pacientes que por sus limitaciones económicas tal vez no se
plantearan si deben o no pagar o incluso que acuden a servicios institucionales por no querer
pagar por servicios de psicoterapia. En estos casos, probablemente debamos
considerar por supuesto un pago pequeño, pero al mismo tiempo evaluar la
transferencia en las entrevistas preliminares con la intención de poner en juego
la dialéctica del deseo por parte del paciente en relación a su nivel de
sufrimiento y la necesidad de tratamiento.
Freud
propuso precaución contra el permitir la acumulación de grandes sumas de dinero
y sugería pedir el pago en intervalos cortos no mayores a un mes. Freud también
recomendaba establecer el monto de los honorarios al principio del
tratamiento.
El
cobro de las inasistencias es un aspecto controversial. Freud enfatizó que el paciente renta horas de
su analista, insistiendo en que este debe ser lo más neutral y respetuoso sobre
los motivos de la inasistencia, de otra forma el terapeuta estaría tomando posición
al hacer un juicio moral o de valor sobre la misma. Los pacientes más
regresivos son a menudo incapaces de apreciar la naturaleza reciproca de una
relación terapéutica y por ende hacerse responsables por el pago. Cuando un
paciente rechaza pagar las horas a las que no ha asistido, esto es a menudo el
reflejo de su capacidad limitada para pensar en las necesidades de otros y
sobre sus responsabilidades monetarias con el terapeuta. De acuerdo a Akhtar, 4
tipos de situaciones podrían justificar el no cobrar las inasistencias. Primero;
razonables descansos fuera de la ciudad. Segundo; enfermedad medica grave del
paciente o de familiares inmediatos. Tercero; vacaciones familiares y Cuarto;
desastres naturales.
Por
todo lo anterior, el entrenamiento en psicoterapia debe incluir una exigente
educación y supervisión clínica en diferentes aspectos que incluyan lo
económico. De cualquier modo, siempre habremos de lidiar con resistencias,
incluso en el tema de los honorarios. Deberemos estar atentos entonces a toda
resistencia asociada al tema por la información de alto valor que nos dará para
el trabajo terapéutico, ya sea que se presente desde una posición paranoide, a
través de la desconfianza, una posición psicopática desde la mala fe, o una
posición obsesiva a través de la avaricia o el control. Cualquiera que sea su
manifestación debemos estar en capacidad de abordarla abiertamente como parte
del trabajo terapéutico.
También
es posible encontrar lo que se ha llamado la transferencia monetaria que ocurre
cuando el paciente espontáneamente ofrece incrementar los honorarios en un
intento de seducir al terapeuta y de alejarse potencialmente de un trabajo
introspectivo doloroso, permaneciendo así ajeno a este intento inconsciente.
En
resumen, cuando la transferencia y la contratransferencia en torno al dinero
son ignoradas a menudo se convierten en una conspiración no declarada. El
significado del rol de los honorarios en el intercambio por servicios
profesionales no puede ser subestimado, es el sine qua non de una resolución
exitosa y exhaustiva de aspectos psicológicos competitivos, narcisistas,
libidinales, agresivos y destructivos que se ubicaran en el intercambio
monetario en cualquier proceso psicoterapéutico.
BIBLIOGRAFIA
Krueger David.The last taboo. Brunner/Mazel.1986.
Akhtar Salman. Turning points in
dynamic psychotherapy. Karnac. 2009.
Sahovaler Jose. La erotica del dinero. Letra Viva. 2013.
Coria Clara. El sexo oculto del dinero. Paidos. 1991.
Capriles Axel. El complejo del dinero. Ediciones Bxel.
1996.
Chiozza Luis. Intimidad,
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Cichello Guillermo. Funcion del dinero en Psicoanalisis.
Letra Viva.2010.