RECURSOS RELACIONALES FRENTE AL CORONAVIRUS
Juan Luis Linares
“Nihil novum sub sole”
(Nada nuevo bajo el sol)
La
epidemia de coronavirus que azota nuestras costas nos ha hecho experimentar
vivencias que no podíamos ni imaginar, incluidas sensaciones apocalípticas,
casi de fin del mundo. Pero ni las sensaciones, subjetivas al fin y al cabo, ni
las causas que las han motivado, esas sí bastante objetivas, ni siquiera las
consecuencias prácticas, son nuevas en la historia de la humanidad. Hace un
siglo el mundo conoció una epidemia de gripe, injustamente conocida como
“española”, que asoló los campos y ciudades de Europa, recién salida de la Gran
Guerra. Los muertos se contaron por decenas de millones y, para atajarla, se
recurrió a medidas de aislamiento no muy diferentes de las que se han
desplegado ahora frente al Covid 19.
Las
epidemias de tifus, de cólera, de peste y de otras plagas igualmente
terroríficas han diezmado periódicamente a la humanidad, constituyendo una de
sus pesadillas recurrentes. Y, como siempre que las circunstancias adversas
constriñen a los humanos, estos han reaccionado dando de sí tanto lo mejor como
lo peor.
Quizás
la epidemia más famosa por sus nefastas consecuencias (redujo a la mitad la
población de Europa) fue la de peste de mediados del siglo XIV. Y en ella
también se cumplió la polarización entre el bien y el mal propia de las
situaciones críticas. Mientras hordas fanatizadas atacaban a inocentes judíos
atribuyéndoles la propagación de la enfermedad, Giovanni Boccaccio escribía en
Florencia el Decamerón, ideando una puesta en escena en la que un grupo de
jóvenes se refugian en una villa huyendo de la peste. Se aíslan para evitar el
contagio y se cuentan cuentos para su solaz y entretenimiento.
¿Es
un panorama muy distinto del que nos está tocando vivir en 2020? También ahora
tenemos unos partidos políticos que se acusan mutuamente de no saber cómo
afrontar la enfermedad y, por tanto, de ser responsables de su extensión. Y
también ahora desarrollamos, en régimen de aislamiento, nuestra más exquisita
solidaridad y nuestras más sutiles capacidades creativas.
Y
es en este sentido que querría destacar los que, en mi opinión, están siendo
los recursos relacionales más útiles en esta pandemia de tiempos postmodernos.
En
primer lugar, la ritualización de la cotidianeidad. Sabida es la virtud
ansiolítica de los rituales, y hay mucha ansiedad en el ambiente de las familias
confinadas. Así pues, una planificación inteligente de rituales a lo largo de
las monótonas jornadas de encierro será de gran ayuda. Por ejemplo, un rico
desayuno compartido, un rato de tareas domésticas a media mañana, una sesión de
gimnasia por la tarde y, finalmente, la participación en los aplausos al
personal sanitario por las ventanas a la caída de la noche. Almorzar y cenar
juntos buena comida preparada por los miembros de la familia con aficiones culinarias
es, obviamente, un magnífico complemento.
Los
rituales son el componente pragmático de la mitología familiar, el espacio
donde convergen los comportamientos individuales de los miembros de la familia.
Cultivándolos se enriquece la mitología familiar con nuevos mitos que
mantendrán su influencia benéfica después del confinamiento.
Otro
recurso relacional, de paradójica importancia en tiempos de sufrimiento y
duelo, es el humor. Sacar fuerzas de flaqueza ha sido siempre una
capacidad humana de especial importancia en tiempos difíciles. Por ello el
humor, en cualquiera de sus manifestaciones, ayuda a encontrar el lado amable
de las cosas y compensa las tendencias depresivas que generan las pérdidas y
las carencias.
Por
último, aunque quizás sea lo más importante, expandir al máximo la creatividad
en la búsqueda de la belleza. Una belleza entendida en un sentido amplio, que
cuenta con un potencial oculto en cada ser humano. Aprovechar la inevitable
introspección que propicia el confinamiento para desarrollar y compartir la
creatividad, ya sea en forma de canción, de dibujo, de poema o de tantas otras
maneras posibles, es un excelente recurso relacional frente al corrosivo
empobrecimiento ligado a la enfermedad.